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En estos tiempos las personas creen que pueden o tienen el derecho de decidir quién vive y quién no. Puedes ponerte a hablar en una reunión sobre una persona malvada, llena de pecados horribles, y podrás oír a alguna persona decir, “¡A esos hay que matarlos a todos!”; puedes hablar de personas en necesidad, quienes obtienen planes y subsidios del gobierno para poder sobrevivir, y podrás oír, “Esos son unos sanguijuelas chupa sangre, ¡Sería mejor matarlos a todos!”; puedes querer intercambiar opiniones sobre un partido político y oirás decir, “A esas personas no les importa la gente, ¡Habría que matarlos a todos, así nos dejan tranquilos!”; Así también oímos cuando se habla de un futuro bebe, “Es mi cuerpo, mi decisión, no quiero tener un bebe, ¡aborto y listo!”. 


Pero, ¿nosotros podemos decidir por una vida por más grande o pequeño que sea su cuerpo?, estamos olvidando que es Dios quien da la vida, no nosotros, por ende, Dios es quien decide quitarla, no nosotros (1 Timoteo 6:13-16; Job 1:21; 1 Samuel 2:6; Deuteronomio 32:39; Hechos 17:26; Proverbios 6:16-17; Job 12:9-10).


¿Qué mejor que Dios determine el momento en que nacemos y en que morimos? ¿Somos Dios para decidir si alguien vive o muere? Dios no olvida a ninguno de nosotros y mañana nos pedirá la cuenta de la sangre derramada (Génesis 9:5-6; Génesis 1:27; Éxodo 20:13; Éxodo 23:7) ¿Sabías que incluso antes de existiera uno solo de tus días en la tierra, Dios ya los había contado? Dios se toma el trabajo de escribir todos nuestros días en su libro, incluso cuando aún solo existimos en su mente (Salmo 139:16). Dios es además quien nos forma desde el vientre de nuestra madre (Isaías 44:24), así como formó a Adán del polvo de la tierra (Génesis 2:7). No nos creamos más sabios que Dios (Proverbios 3:5-6).




El cuerpo que está adentro de la madre no es suyo, ¿sabías que las madres no somos dueñas de nuestros hijos ni aun en nuestro vientre? Nosotras y nuestros hijos somos de Dios, primeramente, antes que todo está Él (Salmo 2:7; Lucas 13:6-9; Salmos 100; Salmos 22:9-10); decimos “nuestros hijos” porque sí son nuestros hijos en cuanto a la sangre, pero no en el sentido de propiedad: los hijos no son de nuestra propiedad para que decidamos si queremos dejarlos vivir o no, para que les neguemos la vida como a un animal de nuestro rebaño o para que los talemos como al árbol de nuestra casa, nuestro trabajo es enseñarles a vivir. 


Puede que el cuerpo de afuera, el cuerpo que protege esa nueva vida sea nuestro, pero el que está adentro no nos pertenece, es una vida ajena que se ha puesto en nuestras manos. Bajo esta lógica, de que los hijos nos pertenecen, muchos padres golpean a sus hijos brutalmente para castigarlos pensando que “total son sus hijos y ellos hacen lo que quieren con ellos”. 


Podemos hospedar sus cuerpos, pero no sus almas, las almas pertenecen a Dios (Ezequiel 18:1-20), ¿porqué digo esto ahora?, bueno, quien quiera entender que entienda, pero cuando nuestros hijos mueren no vuelven a nosotros, sino que sus almas van directo a Dios. Es interesante recalcar esto, porque si fueran nuestros sus almas volverían a nosotros, pero vuelven a su creador, su padre, su dueño, su Dios.


(para ayudar a ilustrar lo que intento decir, mediten en esto: Cuando van a la casa de un amigo y son varias personas, cada uno tiene un vaso donde toma agua, ¿verdad? Cuando uno de los invitados toma un vaso pregunta, “¿este vaso es el mío?”, es ahí cuando dices, “No, ese es mi vaso”. ¿Acaso estás robándole un vaso a tu amigo en su propia casa? No, a lo que te refieres es que ese es el vaso que tú estás usando, es el vaso que tu amigo decidió prestarte durante el tiempo que estabas en su casa para que de esa manera pudieras tomar agua. Aquí se ve un poco lo que quiero decir, es “tu vaso” porque a todos los invitados se les confió un vaso propio, pero no es “tu vaso” en el sentido que no es de tu propiedad. Esto mismo hacemos con todo, en la escuela decíamos, “esa es mi silla” porque ahí nos sentábamos, pero la silla era de la escuela… ¿está mal que digas “es mi vaso” o “es mi silla” entonces? No, pero estaría mal que te tomaras la libertad de tirar el vaso por la ventana o romper la silla, porque no puedes hacer eso con algo que no es tuyo)




¿Qué no te basta la palabra de Dios? Bueno, pues vayamos a la ciencia moderna, la cual descubrió que al unirse un espermatozoide y un ovulo (singamia) se fusionan los núcleos de ambos formando un nuevo ser humano con ADN propio, distinto del de sus progenitores, el cual comienza su desarrollo natural. 


La academia nacional de medicina afirma que la vida del ser humano comienza desde la concepción. El niño en gestación no es parte del cuerpo de la madre porque, primero, el niño en gestación tiene un ADN único e irrepetible, segundo, tiene un ritmo cardíaco distinto al de la madre, tercero, puede tener incluso un factor sanguíneo propio, y cuarto, genera órganos propios como la placenta, la cual se creía que la generaba el cuerpo materno.


¿Alguna vez pensaste que el tener un bebé es un gran honor? Tú, mamá, eres la única mujer a la que Dios decidió confiar ese bebé que es único (Deuteronomio 34:10; Daniel 1:19; 1 Reyes 21:25; Job 1:8; 1 Samuel 10:24; 1 Reyes 3:12; Mateo 18:12-14), ese bebé que te amará toda tu vida y que sentirá un enorme vacío el día en que no estés. Ese hijo podría tenerlo otra mujer, pero no, Dios te lo dio a ti, porque el confía en que tomes la mejor decisión. No olvides que los niños son los más importantes en el reino de los cielos, imagínate qué bendición para ti tener un niño a quien proteger (Mateo 18:1-4; Marcos 10:13-16; Mateo 19:14; Lucas 18:15-17; Mateo 18:10).
 
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“Don del Señor son los hijos,
Los descendientes son una recompensa.
Como saetas en manos del guerrero,
Así son los hijos tenidos en la juventud.
Dichoso el hombre que llenó su aljaba de ellos.
No será avergonzado cuando litigue con los enemigos a la puerta”
Salmos 127:3-5
 
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Muchas bendiciones, esperamos que les haya sido de ayuda y hayamos respondido sus dudas, y si creamos nuevas qué bendición, ya que esperamos poder seguir respondiendo muchas otras preguntas. ¡Dios los bendiga!


Por: "Jessica, hija de Dios"


En estos tiempos las personas creen que pueden o tienen el derecho de decidir quién vive y quién no. Puedes ponerte a hablar en una reunión ...




¿Cuál es el propósito de tu vida? ¿Alguna vez lo pensaste? Nosotros nacimos para hacer grandes cosas, Dios tiene preparado un futuro en el que Él está a nuestro lado todos los días.

Ya no vivo yo, Cristo vive en mí
 
"He quedado crucificado con Cristo, y ya no es mi 'Yo' el que vive, sino que es Cristo el que vive en mí. Y esta vida mortal que actualmente vivo, la vivo por fe en el hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".
- Gálatas 2:19-21 (en Comentario Bíblico de Matthew Henry)
 
"Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí".
- Gálatas 2:19-21 (en Biblia Dios Habla Hoy - Tercera edición)
 
Pablo se siente crucificado, muerto, con Cristo, ¡pero vive! El hombre viejo, el "yo" pecador, egoísta, autosuficiente, está legalmente muerto, pero el hombre nuevo, la nueva creación (2 Co. 5:17), vive.

En la medida en que el creyendo está muerto al pecado, en la misma medida está vivo por la gracia. Vive en la carne, pero vive por fe. En cuanto a las apariencias exteriores (lo que se ve), vive y muere con las mismas miserias y enfermedades de los demás seres humanos, pero disfruta de una vida interior en Cristo, de un manantial que brota para vida eterna (Jn. 4:14).
 
Si yo no vivo, yo estoy muerto. ¿Puede un muerto tener un objetivo, un propósito, puede tener algo que alcanzar? No, porque está muerto. Mas vive Cristo en mí, Cristo tiene un objetivo en nuestra vida, Cristo tiene un propósito en nuestra vida.



¿Cuál es el propósito de Jesús en nosotros?
 
"Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el hijo del hombre tiene que ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en el hijo de Dios no está condenado, pero el que no cree ya ha sido condenado por no creer en el hijo único de Dios".
- Juan 3:14-18 (en Biblia Dios Habla Hoy - Tercera edición)
 
Jesús expresa el gran objetivo que tuvo su venida a este mundo, y la dicha inmensa de cuantos creen en él. Va a exponer en qué consiste la verdadera perdición, tanto como la verdadera salvación y la fe mediante la cual se nos explica la obra de la salvación llevada a cabo en la cruz del calvario; lo hace mediante una ilustración tomada de la historia de Israel: Números 21:4-9

Cristo vino a salvarnos de la misma manera que a los hijos de Israel, que habían sido mordidos por las serpientes venenosas, eran sanado y liberados de la muerte mediante una mirada a la serpiente de bronce. La culpa del pecado es como la mordedura de una serpiente venenosa; el poder corruptor del pecado es ese veneno que se difunde por toda la persona del pecador. 

El hijo del hombre fue levantado como la serpiente de bronce en el desierto. Esta serpiente tenía la misma figura que las serpientes venenosas, pero no tenía veneno. Así pasa con Jesús, quien vino en semejanza de carne de pecado, pero sin pecado. Así como la serpiente de bronce fue izada sobre una asta, así también Jesús fue izado en el madero de la cruz. 

Así como la serpiente, fue puesto para salvarnos. Quienes la reciban por fe, jamás perecerán, pues tendrán vida eterna, es decir, una vida que comienza en el momento en que uno recibe a Cristo y dura por toda la eternidad
(en Comentario bíblico de Matthew Henry)
 
Jesús vino a la tierra para salvarnos, para devolvernos una relación con Dios, para que podamos amarlo a él y verlo, para trasladar ese amor a las demás personas.

Nuestro propósito es salvar al mundo, Dios nos llama a salvar a la gente de una eternidad sin Dios.

Jesús tiene que pertenecernos, su amor tiene que ser real en nosotros, ¿Cómo compartir de Jesús y su amor si no nos pertenece?
 


¿Cómo volvemos a Cristo nuestro?

"Lámpara es a mis pies tu palabra y luz para mi camino"
- Salmos 119:105 

Necesitamos de la palabra de Dios para saber qué decisión tomar, a dónde ir, quienes somos. Debemos volverla carne en nosotros.


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Enciende la lámpara, solo así,
haciendo nuestra su palabra,
volviéndola carne en nosotros,
nos va a pertenecer su palabra.
Y cuando nos pertenezca su palabra
y cuando nos pertenezca él,
vamos a poder compartirla con otros.
Y cuando la compartamos con los demás
ahí vamos a poder cumplir
nuestro propósito.
 
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Muchas bendiciones, esperamos que les haya sido de ayuda y hayamos respondido sus dudas, y si creamos nuevas qué bendición, ya que esperamos poder seguir respondiendo muchas otras preguntas. ¡Dios los bendiga!


Por: "Jessica, hija de Dios"

¿Cuál es el propósito de tu vida? ¿Alguna vez lo pensaste? Nosotros nacimos para hacer grandes cosas, Dios tiene preparado un futuro en el q...