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Hoy vamos a tocar un tema que pocas veces se habla o estudia. La verdad es que hay como una especie de “tabú” alrededor de la palabra “sexo”, pero es un tema muy importante y que debemos hablar sin ninguna traba, ni vergüenza.

Para tocar este tema usaremos una ilustración textual que pueda ayudarnos a entender mejor todo.



✟ El peligro de la impureza ✟


Dios dice en su palabra: 

“¿Por qué apasionarte con la ajena, y abrazar el seno de la extraña? Bebe el agua de tu propia cisterna, el raudal de tu propio pozo. No derrames el agua de tu manantial, no la desperdicies por la calle. Sea para ti solo y no para los extraños contigo. Sea bendito tu manantial y alégrate con la esposa de tu juventud. Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, pero su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus piel descienden a la muerte, sus pasos conducen al sepulcro. Disfruta de la esposa de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela, sus pechos te satisfagan en todo tiempo y en su amor recréate siempre”

Proverbios 5:1-23


Cuando dos personas se unen en un encuentro sexual, los dos se funden, como dos metales fundiéndose. Se mezclan mental, emocional, física, sexual y espiritual en un solo ser. Podemos ver un matrimonio como dos vasos distintos, uno de jugo de naranja y otro de limonada. Cuando estos se unen, se convierten en uno, se mezclan. La relación sexual entre dos personas no es solo un acto físico, es un acto de total transferencia.


“¿No saben ustedes que cuando un hombre se une con una prostituta, se hacen los dos un solo cuerpo? Pues la Escritura dice: ‘Los dos serán como una sola persona’.”

1 Corintios 6:16


Cuando tienes relaciones con un “amigo con derecho”, o una prostituta, y demás, lo que haces es beber de otra persona todo lo que está en su interior, tanto su depresión como su enojo, rencor, etc. Es igual a poner en un vaso de naranja un poco de mora, otro poco de café, de Coca-Cola, de licuado de banana, y más. Lo que nos va a quedar va a ser una bebida putrefacta. Nos podrimos cuando bebemos de las aguas prohibidas


“Huid de la fornicación. Todos los demás pecados que un hombre comete están fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo.”

1 Corintios 6:18


Véase también: Levítico 18:20; Proverbios 6:26-34 7:22-27; 29:3; Hebreos 13:4; Proverbios 30:20; 1 Corintios 6:9; 6:15; Apocalipsis 21:8; Colosenses 3:5-6


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La noche está muy avanzada, y el día está cerca. 

Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas 

y vistámonos con las armas de la luz. Andemos 

decentemente, como de día, no en orgías y 

borracheras, no en promiscuidad sexual y lujurias, 

no en pleitos y envidias; antes bien, vestíos del 

Señor Jesucristo, y no penséis en proveer para 

las lujurias de la carne

Romanos 13:12-14

 

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Muchas bendiciones, esperamos que les haya sido de ayuda y hayamos respondido sus dudas, y si creamos nuevas qué bendición, ya que esperamos poder seguir respondiendo muchas otras preguntas. ¡Dios los bendiga!


Por: "Jessica, hija de Dios"


Hoy vamos a tocar un tema que pocas veces se habla o estudia. La verdad es que hay como una especie de “tabú” alrededor de la palabra “sexo”...


Esta vez nos toca analizar un nuevo aspecto en la película “Up: Una aventura de altura” (alerta de spoilers).

Nos centraremos en los primeros minutos de la película, cuando vemos a la pareja Fredicksen, desde su comienzo, cuando los dos son unos niños, hasta su final, cuando Ellie, la mujer de Carl, muere en su vejez.
 


¡Qué lindo es demostrar cariño a través de los detalles!
 

Carl y Ellie son una pareja muy joven, se conocen desde pequeñitos y se complementan entre los dos. Mientras que Carl es muy introvertido y miedoso, Ellie es súper extrovertida y optimista. Luego de presentarnos estos dos personajes, hacen un pequeño salto y la próxima vez que los vemos se están casando y comenzando una nueva vida juntos.


¿Qué podríamos tomar de este matrimonio joven para verlo desde el punto de vista bíblico? Bueno, podríamos comenzar por el primer hecho que he mencionado, “entre los dos se complementan”. Dios, al establecer el matrimonio entre el hombre y la mujer, dijo en su palabra:

 
“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”
– Génesis 2:24
 
Imaginemos este ejemplo, el cual tomaré de la película “A prueba de fuego”: los dos, al casarse, son comparables a dos saleros pegados por sus lados, si quisiéramos separarlos, los acabaríamos rompiendo. Cuando nos casamos hacemos una promesa a Dios, es un pacto con Dios, elegimos a esa persona para que nos complemente y esté todos los días a nuestro lado, para volvernos una sola carne (Marcos 10:8). Cuando decidimos no cumplir esa promesa o hacerle daño a nuestro matrimonio, nos hacemos daño a nosotros mismos (Efesios 5:29). Debemos amar a nuestra esposa o esposo, es nuestro compañero (Efesios 5:25-33; Génesis 2:18; Cantares 2:16).


Mira cómo entre ellos se cuidan, cómo buscan hacerse felices, salen a comer juntos, trabajan juntos, arreglan los problemas juntos, planean y sueñan juntos, se apoyan entre sí, es hermoso como un matrimonio se complementa. También es algo admirable cómo se demuestran amor incluso a través de pequeños detalles, como arreglarle la corbata a Carl, vivir en la casa donde se conocieron, ese sueño con el que comenzó todo, limpiar la casa juntos, ahorrar entre los dos, leer tomados de la mano, abrazarse todos los días, demuestran todo el tiempo cuánto se aman el uno por el otro (1 Corintios 13:4-8; Colosenses 3:18-19; Efesios 5:25-33). Sí, están casados, pero son mejores amigos también (Cantares 4:9; Génesis 2:18; Proverbios 18:22).



Debemos acompañarnos en los buenos y malos momentos

 

A continuación, vemos un nuevo aspecto de la vida de este hermoso matrimonio, porque no todo es siempre color de rosa, no siempre todo es bello ni salen las cosas como quisiéramos. A veces en nuestras vidas nos enfrentamos a situaciones dolorosas, extremas o frustrantes, decepcionantes, pero es entonces cuando más necesitamos el apoyo de nuestro compañero. No nos casamos solo para estar en lo bueno, también debemos estar en lo malo; no nos casamos para dar, así como el otro nos da, y si nuestra pareja es mala nosotros somos iguales volviendo nuestra casa un infierno en el que ninguno de los dos quiera estar (Proverbios 31:12; Lucas 6:27-36; Gálatas 6:2; 1 Timoteo 5:8; Mateo 7:12). Sí, es como lo que se suele decir cuando nos casamos: “en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza…”


Así pasó en esta parejita, Carl estuvo junto a Ellie cuando ella se enteró que no podía tener hijos y juntos planearon un viaje, el viaje de sus sueños; Ellie se mantuvo positiva, a pesar de que todo parecía salir mal, porque nunca llegaban a ahorrar lo suficiente, ella siempre mantuvo una sonrisa para Carl;  Carl, una vez viejitos, decidió (no sabemos cómo, tal vez pidiendo un préstamo o un crédito) arriesgarse y comprar los boletos para viajar con ella de una vez por todas y hacerla feliz; por último, una vez que ella muere, le deja a Carl su cuaderno de viaje haciéndole saber que él había sido su mayor aventura. 


Estar en lo bueno y en lo malo, estar con tu compañero cuando se lastima una pierna y queda en cama en un hospital, estar con tu compañera cuando no puede tener hijos, pensar en tu esposo y dejar algo que le de alegría antes de marcharte, estar junto a tu esposa y acompañarla en sus últimos momentos de vida. Eso es amor, no solo estar en lo bueno, eso lo hace cualquier persona. Alguien que te ama está contigo hasta el último suspiro de tu boca, hasta el último latido de tu corazón.


Cuando hay momentos frustrantes tendemos a descargarnos con la primera persona que tenemos cerca, pero debemos controlar ese impulso que busca alejarnos de nuestro esposo o nuestra esposa y nos vuelve unos necios (Proverbios 14:1; Proverbios 12:16; Proverbios 19:13; Proverbios 21:19; Proverbios 17:14; Eclesiastés 7:9). Cuando veamos que él o ella necesita nuestro apoyo, necesita sonreír, una mano amiga, alguien con quien hablar, debemos estar ahí, no pelear. Esto mismo aplica a las dos partes, y si una de las dos no lo controla, la otra debe servir de sostén y ayudar a que se controle, no echar más leña al fuego (Proverbios 15:1; Efesios 4:31-32; Efesios 4:2; 1 Pedro 3:7-12; Proverbios 20:3; Colosenses 3:8; Proverbios 30:33; 2 Corintios 13:11; Proverbios 15:18); debemos mostrar nuestro amor, dejando a un lado el orgullo que solo destruye aquello que amamos, perdonando las ofensas, tanto de quienes amamos como de nuestros enemigos, así como Dios perdona nuestras ofensas (1 Corintios 13:4; Juan 13:34-35; Romanos 13:10; Mateo 6:15; Marcos 11:25; Colosenses 3:12-13; Efesios 4:26).


 

 "Hasta que la muerte los separe" 

 

El matrimonio es hasta que la muerte nos separa, esto lo hemos escuchado mucho, aunque algunos no saben de dónde sale o si es bíblico, otros dicen, como ya le han dicho a Jesús: “¿Y entonces qué me dices de la ley de divorcio de Moisés?”. Pero la ley de Moisés, hoy en día, no es nada para la gente como lo era entonces, en nuestro tiempo por cualquier cosa podemos divorciarnos y hasta se volvió una gran moda entre ciertos sectores, como el de las celebridades. Las personas hoy en día se casan con los bienes separados para poder divorciarse “sin perder nada en el proceso”, otros se casan con alguien más joven porque no quieren llegar a ver a su pareja arrugada y vieja, otros se unen en un noviazgo sin necesidad de un compromiso y por último hasta están los que prefieren estar solteros porque también “está de moda”.


La frase “hasta que la muerte los separe” como tal no está exactamente en la biblia, pero podemos encontrar de dónde nace en el nuevo testamento, dicho por el mismo Jesús:

 
“Él respondió: ¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo varón y mujer, por eso, dejará el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos serán una sola carne? Así, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre”
– Mateo 19:4-6
 
Dicho en otras palabras, el esposo y la esposa pasan a ser uno, ya no son dos cuerpos, sino un mismo cuerpo, ambos se pertenecen y son uno, separarlos sería igual a matar una mitad de sí mismos. Nosotros no debemos acelerar ese proceso divorciándonos por cualquier cosa o deseándole la muerte a nuestro cónyuge: Lo que Dios unió, no lo separe el hombre, solo Dios puede hacerlo.

Dios nos une con un propósito, Dios quiere hacer grandes cosas a través de nuestros matrimonios (tengamos por ejemplo el matrimonio de Abraham y Sara: Génesis 12:1-2). Una vez casados, ya no estamos solos, debemos darnos cuenta de esto: las nuevas maneras que tendremos de obrar para Dios no será solos, sino en conjunto con nuestra esposa o nuestro esposo. Si Dios envía un llamado al esposo, ten por seguro que en ese llamado tiene en cuenta a la esposa y viceversa (Otro ejemplo como el de Abraham y Sara es el de José y María, o El de Noé, a quien se le dio instrucciones de construir un arca, pero no solo a él se le permitió subir a ella, también a su esposa e hijos).


¿Cómo hacemos para envejecer juntos? Es una pregunta que muchas veces nos hacemos, pero a veces nos complicamos mucho con la respuesta sin darnos cuenta lo sencilla que puede llegar a ser. Algunas de las razones que más separan matrimonios son el orgullo y la falta de perdón, la infidelidad y el adulterio, el engaño, el enojo y el rencor, la falta de auto superación y reconocer los propios errores para poder pedir disculpas. Si nos sentamos a pensar, podremos ver que parece estar todo conectado y sí, es así, porque una cosa lleva a otra. Para poder seguir al lado de esa persona a la cual elegimos para vivir toda nuestra vida, necesitamos aprender a reconocer nuestros propios errores. 


Si cometemos un error debemos reconocerlo, pedir perdón y no volver a cometerlo, sí, no debemos olvidar lo que hicimos para no volver a caer en lo mismo (debemos salir de esa zona de confort donde preferimos justificar nuestros errores para preservar nuestro orgullo). Algo que nos ayudará a mejorar mucho en este proceso será la oración y el estudio de la palabra de Dios, para aprender a reconocer lo que hacemos mal (Proverbios 28:13; Salmos 19:12-13; Proverbios 12:15; 1 Juan 1:8-10; Proverbios 19:2; Salmos 32:3-5). Luego, por supuesto, la otra parte debe aprender a perdonar y olvidar lo que le hizo su pareja, para no guardar rencor y odio, el cual separa del cónyuge y de Dios (Proverbios 17:9; Colosenses 3:13; Mateo 7:12; Romanos 12:7; Efesios 4:31-32; Romanos 12:21; Mateo 18:15; Proverbios 25:9; Santiago 5:16; Romanos 14:19), tú caminarás por un puente el día de mañana, pero si no sabes perdonar, ese puente no estará para cuando necesites pasar por él.


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“Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;
Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos;
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
Las muchas aguas no podrán apagar el amor,
Ni lo ahogarán los ríos.
Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,
De cierto lo menospreciarían”
Cantar de los cantares 8:6-7
 
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Muchas bendiciones, esperamos que les haya sido de ayuda y hayamos respondido sus dudas, y si creamos nuevas qué bendición, ya que esperamos poder seguir respondiendo muchas otras preguntas.
¡Dios los bendiga!

Por: "Jessica, hija de Dios"

Esta vez nos toca analizar un nuevo aspecto en la película “Up: Una aventura de altura” (alerta de spoilers). Nos centraremos en los primero...